Este blog es realizado por un grupo de seglares, enamorados del Carmelo Descalzo, que quieren dar a conocer la figura de este insigne hijo de Santa Teresa del s. XX. Eminente Carmelita Descalzo de la Provincia de Castilla, durante 35 años fue confesor y director espiritual de Santa Maravillas de Jesús. Restauró el Santo Desierto de San José de las Batuecas, donde vivió 23 años entregado en soledad a la oración y el sacrificio. Allí definitivamente se unió con el Amado el 14 de junio de 1989 en olor de santidad.


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El Libro "Con Dios a Solas" en Sicut Oves

Nuestro Blog amigo Sicut Oves, que está realizando una maravillosa labor de recuperación de la Santa Tradición Católica, está llevando acabo la publicación de fragmentos cortos del libro Con Dios a Solas de Nuestro Querido Padre Valentín. Recomendamos vivamente a nuestro lectores para su bien espiritual que vayan leyendo este rico escritos se inserta en la gran tradición de espiritualidad carmelitana.

Por Sus Frutos los Conocereis: Las Virtudes del P. Valentín

Grupo de Carmelitas Descalzos con el Arzobispo de Valladolidad en 1944.
 P. Silverio de Santa Teresa Vicario General a la derecha del Arz. y el P. Pedro
 Tomas Provincial de Castilla a la izquierda. P. Valentín en el circulo.
El Padre Valentín sabía, como enseñaba su Santa Madre Teresa de Jesús, que para servir al Señor la mejor manera de hacerlo era con las obras. Y que mejor obra para agradar a Dios y al prójimo que el cultivo de las Virtudes Cristianas.

La práctica de las Virtudes por Amor son la sal de la tierra en un cristiano y sin ellas la sal se vuelve sosa como nos enseña Nuestro Señor en el Evangelio. El P. Valentín mantuvo siempre ese Fuego Divino con los pequeños palitos de la Oración, Mortificación, Humildad, Desasimiento y sobre todo con su ardiente Caridad.  Estas tres últimas las cuido especialmente por tratarse de las virtudes teresianas por excelencia, que la santa abulense indica en el Camino de Perfección.

Por los frutos de santidad en la Vida del Fray Valentín podremos conocerle como nos indica el Divino Maestro.

Todo el mundo que le conoció sabe que vivió hasta los últimos días la observancia eremítica del Desierto de Batuecas. Pasaba muchas horas del día y de la noche en oración silenciosa ante el Tabernáculo. Los religiosos que convivieron con él en el Desierto son testigos de la ejemplaridad de su vida en asidua oración, austeridad y trabajo manual, al que daba gran importancia y al que cada día dedicaba varias horas a pesar de su avanzada edad. Otro punto en el cual insistía mucho el Padre y que el procuraba practicar, era en la guarda de la Presencia Amorosa de Dios. Como muchas veces el diría la orden del Carmen Descalzo es la orden de la contemplación, de ese caer en la cuenta de que Dios continuamente nos mira “Mira que le mira”.

Durante toda su vida practicó los ejercicios de penitencia que a pesar de su edad y enfermedad última nunca dejó. Aunque fueron suprimidas las disciplinas de las constituciones carmelitanas postconciliares, el P. Valentín siguió dándoselas tres o cuatro veces a la semana. También continuó utilizando el cilicio casi todas las mañanas. Estas prácticas las aumentaba cuando llegaban los tiempos fuertes de Adviento y Cuarema. Siempre llevo sandalias sin calcetines, incluso en los gélidos inviernos de castilla hasta los 90 años. La genuflexión, aunque le costara trabajo hacerla reverentemente, la hizo hasta que cayo enfermo de la pierna con 92 años.

Otra muestra de su paternal caridad hacia sus hermanos era cuidar de sus necesidades básicas naturales. En el P. Valentín caló muy hondo el Humanismo Teresiano. Muestra de este espíritu humanístico era el cuidado que ponía en que las comidas. Aunque en el Santo Eremitorio se debía de cumplir la abstinencia perpetua de carne como manda la Regla Primitiva, el P. Valentín insistía al hermano cocinero que la caridad en su oficio era preparar las comidas de forma sabrosa y que estas fueran abundantes, que ya el Señor le pediría a cada religiosos la mortificación que debería hacer en las comidas.

Pero si hay que destacar alguna virtud en especial fue su profunda humildad y obediencia que le llevaba a una ardiente caridad hacia el prójimo y en especial a sus hermanos de religión. Siendo ya el P. Valentín nonagenario muy cariñosamente le pedía al Padre Prior poder visitar al también nonagenario y compañero del filosofado de Ávila P. Bernardo del Santísimo. Este padre tenía achaques propios de la edad y a veces tenia que reposar en cama.  Los casi centenarios ermitaños pasaban un gran rato en espiritual conversación. El P. Valentín como siempre acostumbraba refería hechos y dichos de santos. Tanto enfervorizaba las palabras del P. Valentín al P. Bernardo, que después este padre le comento en varias ocasiones al P. Prior, haciendo gestos de encomio con admiración de lo que habían hablado:

“El P. Valentín va a los altares, le verán en los altares”

Fidelidad a la Tradición y al Concilio: La Hermenéutica de la Continuidad


El P. Valentín es un enamorado de la Orden del Carmen Descalzo y de sus Santos y tradiciones. Por eso tras los difíciles años del postconcilo defendió el carisma teresiano-descalzo para que no se desvirtuara y se cumpliera lo que el Concilio Vaticano II quería, volver a los orígenes de los carismas fundacionales.

Para ello no escatimo esfuerzos tanto espirituales como materiales. Muestra de estos dos aspectos es lo que escribió en es  su libro “El Concilio Vaticano Segundo y la Vida Espiritual” donde en el capitulo primero expone quienes son los auténticos intérpretes del Concilio, el Magisterio:

“Pidió oraciones (Juan XXIII) a toda la Iglesia, y de modo especial confiaba en las oraciones e inmolaciones de las almas contemplativas, las cuales han ofrecido sus oraciones, y, muchas, sus vidas (que Dios ha aceptado), por el éxito espiritual del Concilio.

Dios ha hablado por el Concilio no como muchos hombres deseaban y esperaban, sino como Dios, que invisiblemente rige la Iglesia, sabe qué conviene. El Concilio en sus conclusiones ha expresado la Voluntad de Dios: el Concilio, no muchos de los que exponen o interpretan el Concilio. Los comentaristas no son órganos del Espíritu Santo, ni expresan necesariamente la Voluntad Divina. Meditemos lo que dice el Concilio, procurando prescindir del propio gusto o propia inclinación.”

Continua expresando así de claro y de forma profética en el capítulo 26 tratando de la obediencia de los religiosos y la penitencia que algunos creían pasada de moda:

“Si desmayara la obediencia a las leyes, o a los superiores, vendría la muerte de los institutos religiosos.

No es decaimiento, ni la acomodación a costumbres aseglaradas y disipadas lo que trae las vocaciones a las Órdenes Religiosas, sino el fervor, la santidad y las virtudes. Así lo indica el mismo Concilio con estas palabras: “Recuerden los hermanos que el ejemplo de su propia vida es la mejor recomendación de su instituto, e invitación a abrazar la vida religiosa”. (Perfectae Caritatis, núm. 24.)

Para vida ancha, cómoda y libre, ya la viven en el mundo.

Es necesaria la Penitencia para vivir la santidad. Ya nos dijo Jesús: Si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis (Luc., 13, 3), y de las penitencias de los hijos de Dios, la más meritoria es la obediencia, por ser penitencia del entendimiento y de la voluntad en el rendimiento del juicio, entregando la propia voluntad”

Prosigue exponiendo la verdadera hermenéutica de la continuidad a la tradición querida por el Santo Concilio y los frutos de esta auténtica aplicación:

“El Concilio quiere almas espirituales, almas de grande vida interior, almas de humildad, de caridad, de abnegación, almas de obediencia, como otros Cristos vivos, en seglares, sacerdotes y en religiosos. El amor a la pobreza traerá el reino de Dios y la paz al mundo. Al florecer las Ordenes Religiosas con las virtudes, y dar los maravillosos frutos de la santidad, se multiplicaran las almas anhelosas de entrar en este hermosísimo jardín de Dios, crecerán las vocaciones sacerdotales, y un nuevo fervor dará savia abundante a la saciedad, con lo que se multiplicarán las almas santas en el mundo, y vendrá la bellísima primavera de virtudes y santo esplendor de la Iglesia.”


Bibliografía

VALENTÍN DE SAN JOSÉ. El Concilio Vaticano II y la Vida Espiritual. COMPI (Madrid 1967)

El aprecio del Venerable P. Balbino del Carmelo

P. Balbino del Carmelo (1865-1934)
Se cuenta del gran Doctor dominico Santo Tomás de Aquino que era amigo del también Doctor franciscano San Buenaventura. Cierto día fue Santo Tomás a visitar a San Buenaventura. Estaba éste escribiendo la vida de su Padre San Francisco de Asís. Así se lo comunicaron al Doctor Aquinate y Santo Tomás replicó: “sinamos sanctum pro sancto laborare” (dejemos a un santo escribir sobre el Santo).

En sentido parecido, algo podemos afirmar sobre el Venerable Padre Balbino del Carmelo y el Padre Valentín. El Padre Balbino nació a seis kilómetro de Ávila, vivió siempre con fama de santidad y como tal murió en Ávila el 12 de mayo de 1934, a los sesenta y nueve años de edad. En el Convento de la Santa descansan sus restos mortales. Incoada su causa de canonización, fue declarado Venerable el 7 de septiembre de 1989 por el Beato Juan Pablo II. Se espera un milagro para su beatificación.

Consta en escritos originales que estos dos Carmelitas Descalzos tenían al otro por santo. El elogio más elocuente es el que hizo el V. P. Balbino y más de admirar porque fue futurible, siendo el P. Valentín aún muy joven y el Venerable ya anciano.

Era Provincial del Carmelo de Castilla el ilustre P. Florencio del Niño Jesús. Los Provinciales solían ir a Cuba una o dos veces en el trienio a visitar los conventos que allí tenía la Provincia. El P. Florencio por razones bien sabidas decidió no ir a Cuba y delegó la visita oficial canónica en el V. P. Balbino que era primer Definidor, aunque ya tenía 64 años.

Estando en el convento de Sancti Spiritus escribió desde allí en carta (conservada y presentada en su proceso) el 3 de abril de 1929 al P. Provincial en Madrid, dándole cuenta de la visita que realizaba en la bella isla del Caribe. Al final de la carta añade:

“Mucho me alegró la noticia de la misión de Madrid dada por mi buen P. Valentín. Dios nos lo conserve muchos años, pues creo ha de dar mucha gloria a Dios y mucho prestigio a la Provincia”.

El deseo y pronóstico del P. Balbino tuvo éxito porque los “muchos años” se cumplieron con los sesenta que aún vivió el P. Valentín, muerto a los 93, y la gloria de Dios y el prestigio de la Provincia se acreditó en la eminente virtud, cargos y apostolado que ejerció el P. Valentín. Contaba entonces 33 años y el V. P. Balbino le había conocido solamente durante un año que estuvo en Segovia siendo súbdito y el P. Valentín Prior. Precioso elogio y pronóstico de tan santo religioso.

Sufra a solas con Dios y déjese abrazar por su Amor


JM + JT



20 de septiembre de 1973

Hna N.N., Carmelita Descalza

Muy amada Hna. N.N. en nuestro Señor. Él la abrase en su amor y déjese abrasar. Recibo su carta y quiero contestarla según Dios me dé a entender y no se necesita ser largo sino brevísimo.

Veo claramente las angustias que está pasando y está deseando salir de esas angustias. Está en la jaula de Dios y no quiera, como pájaro que busca salir a la atmósfera, no quiera, digo, salir de la jaula de Dios, que es la mano amorosa de Dios. No ande haciendo confesiones, ni buscando qué pecados tendrá que confesar o tendrá que no haya confesado. Deje en absoluto todo eso y póngase en la mano de Dios y déjese que es Dios quien la tiene y aprieta.       

Eso que siente es la mayor gracia que el Señor la ha hecho en su vida. No es porque esté en pecado ni ande buscando nada. Es que Dios quiere hacer otra obra y prepararla. Cuando V.C. taladraba las cuentas de los rosarios, ellas se dejaban taladrar y si no se hubieran dejado, nunca hubieran sido cuentas de rosario. No sabían ellas para qué las taladraba, lo sabía V.C. que lo hacía. Déjese V.C. en las manos de Dios; deje que Dios apriete, pídale constancia y en todo se amolde a su voluntad; acompáñele mucho, mucho, en silencio, o dándole gracias, o pidiéndole, o santamente quejándose, pero no se salga ni quiera salirse de la mano de Dios que aprieta, y hace lo que V.C. ni sabe hacer, ni puede hacer, ni se atrevería a hacer. No ande por lo tanto ni inquieta, ni consultando a varios. Comuníquelo con humildad a la superiora y al confesor. No busque consuelo, que seria querer salirse de la jaula o de la mano de Dios y que Dios no obrara lo que quiere obrar en su alma porque V.C. no le dejaba y además tampoco encontraría consuelo donde le buscara, porque Dios no lo quiere lo busque en los hombres y no le dirían lo que V.C. desearía. Sufra a solas con Dios y déjese apretar en las manos de Dios que es abrazar fuertemente con sus brazos poderosos; pero es abrazo de amor y abraza porque ama. ¿Está claro? Dios quiere que sufra en silencio y los hombres no podemos darla consuelo o quitarla el sufrimiento, porque Dios no podría obrar su obra de amor en su alma. Déjese limpiar e iluminar. O sea: Déjese deshacer para que Dios mismo la transforme. Y esto se lo digo con toda seguridad y creo que muy claramente. Si Dios quiere darle ese pequeño consuelo de seguridad, me entenderá. Si Dios no quiere dársele, tampoco me entenderá y a sufrir sola con Dios en silencio.

Y pida por mí que se lo digo y aconsejo. Yo pido por V.C. para que salga del sufrimiento tan limpia como Dios quiere y lo ofrezca por la santidad de las órdenes religiosas y de todos los sacerdotes. Hay que amar y expiar con Expiación de Dios. A ser santa. Déjese que Dios la labre y haga santa. Se la ofrece afmo. y menor hermano que la ama en el Señor.

Fr. Valentín de San José

P.D. No se extrañe que se alargue el tiempo de la ansiedad y tribulación

"Quiero ir a ver a Dios, deseo ver a Dios"

El P. Valentín en el penúltimo día de su vida,
que por estar recuperado y animado se le sacó
a dar un paseo por el campo en silla de ruedas. 
En el 22º aniversario de la muerte de nuestro querido Padre Valentín, le queremos pedir por todas las intenciones de nuestros lectores. Sobre todo le pedimos que por su intercesión sepamos amar, como él lo hizo, a Nuestra Madre la Virgen y a su Hijo. Que solamente tengamos esos Sagrados Nombres en nuestros corazones: Jesús y María.

Transcribimos a continuación los últimos momentos de la vida del P. Valentín, que como testigo directo y Prior del Santo Desierto de Batuecas, nos dejó escrito el querido P. Matías del Niño Jesús:

“El P. Valentín, que con tanto gozo había escrito el libro Alegría de morir, sufrió en los últimos diez años la agonía del temor a la muerte y a la condenación eterna. Dios le probó y decía que sufría terriblemente.

Yo le decía contra esos temores que tenía puesto el Santo Escapulario, que confiara en las promesas del Sagrado Corazón y en la buena muerte que concede N.P. San José a sus devotos (oración a San José), pero era tal su Noche de Fe que me respondía: "Todo eso es verdad, pero en esos momentos no me acuerdo de nada".

Sin embargo, en tal noche de fe purificadora anhelaba el Cielo para gozar de aquella dicha que con tanto regusto describe en su libro Yo en Dios o el cielo. En sus papeles había uno suelto con esta exclamación:

"Señor mío y Dios mío, Ser soberano, Bondad infinita, ¡Dios, Dios, Dios! Uno y Trino; Dios toda verdad y toda la verdad infinita. Amor infinito en infinito gozo, Bien supremo, Creador y dador de todos los bienes a todos los seres. Hermosura y Belleza infinita; delicia, encanto, felicidad y dicha infinita en Ti mismo y la comunicas y haces felices a los ángeles gloriosos y a los bienaventurados. Altísima Providencia, que eternamente en tu Sabiduría infinita lo has detallado todo y en tu Omnipotencia lo realizas. Padre amorosísimo y bondadosísimo, ten misericordia de mí, ¡sálvame, santifícame!".

En los quince días anteriores a su muerte le desaparecieron todos los temores cumpliéndose en él lo que dice en Alegría de morir (cap. XXV): "Antes de que llegue el momento de partir de la tierra, el Señor borra ordinariamente los temores de las almas que los padecían, ya fueran pruebas especiales del mismo Dios, ya temor de la naturaleza". En estos mismos días yo le dije varias veces que ya no se moría, pues estaba curado de la enfermedad, y él me respondía:

"Quiero ir a ver a Dios, deseo ver a Dios"

En los últimos años padeció de mala circulación en las piernas lo que le producía llagas, pero se había curado hasta que se le agravó una pierna durante el último año y medio con dos grandes úlceras. Se estuvo defendiendo para andar y asistir con dificultad a los actos comunes con alguna caída, y en los seis o siete meses finales ya no podía caminar sino con un instrumento de ruedas. Al fin fue llevado en carrito a concelebrar la Misa de Comunidad sentado y a algún otro acto de recreo o colación. Todos los religiosos le atendían y curaban. Dos meses antes de morir se le complicó con una enorme retención de orina, que le impidió durante un mes salir de la celda ni para concelebrar, y también tuvo insuficiencia cardíaca. En este tiempo, cuando iba a su celda a llevarle la comida o a visitarle, le encontraba algunos días sentado leyendo en el “Devocionario Carmelitano” (con letra grande) y al preguntarle qué hacía me respondía: "Estoy haciéndome la recomendación de mi alma", poniendo especial acento de afecto en las palabras "mi alma". Me dijo alguna vez que la leía todos esos días.

De todo llegó a curarse y desapareció el peligro de muerte en los veinte días últimos, de tal manera que comenzaba a normalizar su vida después de tantos meses impedido, tiempo en que dio ejemplo de una perfecta y alegre paciencia en la enfermedad y en las curas, día y noche con el Rosario en mano y el Crucifijo delante o colgado al cuello, a los que llamaba "mis armas" al vestirle o desnudarle.

Como en los últimos meses aumentó la falta de vista, ya no leía casi nada, por lo que se pasaba día y noche rezando rosarios hasta nueve o diez, para lo cual usaba dos que tenía, uno en la cama y otro en la mesa, con lo que se aseguraba no faltarle al cambiar de sitio. Otros ratos los empleaba en oración mental, pero se lamentaba con frecuencia que no podía hacerla debidamente y decía:

"Yo que he escrito tanto y hablado tanto sobre la oración y enseñado a hacerla, ahora no sé hacer oración, no se hacer oración".

El último medio año comía en la celda y yo le llevaba todo y puedo asegurar que jamás se quejó de ningún alimento.

Pasaba las noches sin casi conciliar el sueño y cuando iba a verle a primera hora y preguntarle, me decía algunas veces que no había dormido y había estado toda la noche ante el Sagrario (por supuesto que en espíritu, porque de la celda no podía salir). Durante la enfermedad hacía las confesiones como si fuera la última; la Santa Unción insistía en pedirla; algunos días al llevarle a concelebrar decía: "Vamos a decir la Misa con todo fervor como si fuera la última". Así la celebró el último día de junio. Le acostamos tranquilo, contentos de verle tan bueno, pero no amaneció, pues antes de la aurora falleció suavemente, a las tres y media solares. Así que la Santa Misa le sirvió de Viático. Se había confesado conmigo hacía tres o cuatro días y había recibido la Santa Unción con mucha anticipación".

* Fr. Matías del Niño Jesús OCD: Beata Maravillas y su Confesor y Consultor P. Valentín. Desierto de San José de Batuecas (Salamanca), 2000. 112-116 pp.

Ofrecimiento al martirio del P. Valentín y los novicios


En la década de los años 30, la postura anticatólica de la Segunda República iba en aumento. La persecución desembocó en la terrible Guerra Civil Española en 1936. El P. Valentín no era ajeno a ello e intentaba aprovechar esos momentos donde la gracia del Martirio era una realidad (baste recordar que su hermano el Beato Eusebio del Niño Jesús murió mártir). Por estos años en su oración deseaba la mayor gracia y testimonio que se puede dar a Nuestro Señor que es dar la vida por Él. También sufría por tantas ofensas como se estaban cometiendo contra el Santísimo Sacramento, la Iglesia y sus ministros y en la medida de lo posible intentaba desagraviar al Señor.

Como muestra de todo ello, todos los años en la fiesta del Niño Jesús de Praga, titular y patrono de los noviciados y colegios carmelitanos, el P. Valentín enseñaba a sus novicios a hacer un ofrecimiento al martirio y rezaban por la conversión de España. Lo recitaban en común en el oratorio del noviciado, y un novicio daba una pequeña plática sobre su sentido. Es curioso hacer notar cómo el P.Valentín recurre a la Divina Misericordia para hacer frente a las fuerzas del maligno:

“Ofrecimiento y petición a Jesús Niño: ¡Oh, Niño Jesús! Ante tu real Presencia (en el sagrario) en este día en que de modo especial queremos festejarte y mostrarte nuestro amor, queremos hacerte juntamente con nuestro ofrecimiento una petición. Eres para nosotros nuestro Padre y nuestro Defensor. Ves cómo todo se levanta contra Ti y por tu Nombre santo contra nosotros... Los hombres se han cegado y se levantan soberbios contra Dios, que eres Tú, y quieren borrar hasta tu Nombre con tu Persona y tu doctrina. ¡Pierden las almas! ¡Oh, Niño bendito!, levántate, mueve tu diestra poderosa y confunde el error y la soberbia, y no consientas que el demonio arrastre al infierno las almas que Tú creaste para el Cielo, ¡no lo consienta tu Misericordia! Lo merecían nuestros pecados; merecíamos el abandono y destrucción, pero acuérdate ¡oh, Jesús!, de la Sangre que por nosotros derramastes y del perdón que para nosotros pediste desde la cruz y sálvanos. Si algo valiésemos nosotros, aquí nos tienes a tus novicios, los Carmelitas; gustosos te ofrecemos nuestras vidas, deseamos y te pedimos derramar nuestra sangre en testimonio de tu amor y para salvar almas. Defiende ¡oh Jesús!, tu Iglesia, confunde el error y sujeta al demonio. 

¿Y a quién iremos nosotros? Sólo, Señor, te tenemos a Ti. Tú eres nuestra defensa y nuestra fuerza. En tus manos ponemos nuestra vida y todas sus vicisitudes; danos amor y haz con nosotros lo que sea tu voluntad y tu gloria; pero consérvanos la paz interior. Sostén la santidad y observancia de las Órdenes Religiosas, el celo de tus sacerdotes, el fervor de los cristianos. Señor y Dios nuestro, vive en nuestros corazones; acepta nuestra ofrenda. Que nuestra sangre se mezcle con la tuya en la cruz y salva las almas. Que todos vivan en tu Iglesia y te amen. (Segovia, 21 de enero de 1932)”


Mártires Carmelitas Descalzos,
rogad por nosotros.



Apóstol del confesonario y la predicación en Madrid

A continuación transcribimos un testimonio de un dirigido del P. Valentín tras la muerte de éste:

Templo Nacional de Santa Teresa
Carmelitas Descalzos de Plaza España (Madrid)
"Impresionado profundamente por la defunción del Padre Valentín, de cuya dirección espiritual me beneficié durante muchos años, ¿qué juicio merece el Religioso más santo que he conocido?; cuya austeridad y recogimiento espiritual les presentaba a los religiosos y seglares como un trasunto de San Juan de la Cruz en el siglo XX. Corrían los años sesenta y el P. Valentín era el apóstol del confesonario en el Templo Nacional de Santa Teresa en Madrid. Pero donde su espiritualidad irradiaba con más fuerza sobre las multitudes que llenaban el Santuario Carmelitano, era al oír al gran apóstol, que con voz fuerte y encendida despertaba la conciencia y movía los corazones. Todos se beneficiaron de aquel gran orador sagrado que fue el P. Valentín. Su santidad corría de boca en boca. Apóstol del confesonario, apóstol del púlpito y director espiritual... lumbrera y estímulo en el camino de la santidad. ¡Qué gran santo tenía el Carmelo Descalzo!" (Dr. J.S.B, Terciario Carmelita)

La vida escondida y amorosa en Dios del Carmelo

P. Valentín en Batuecas bajo el
centenario árbol llamado del Amor
El P. Valentín, cuando lo eligieron Provincial del Carmen Descalzo por primera vez en 1939, escribió una Carta Exhortatoria a sus Hermanos. En ella expone las características propias del Carmelita Descalzo. Cuanto afirma son las virtudes y cualidades de que él estaba adornado; es como si reflejase su actuación y ejemplaridad y cuanto predicaba y aconsejaba en toda su actividad sacerdotal y carmelitana. Por lo tanto, se puede plenamente considerar su exhortación como si fuera su propia semblanza. Dice así:

"Vivamos nuestra vida de Carmelitas. El Carmelita es ante todo y sobre todo y siempre alma de vida interior, alma de oración, de andar en la presencia de Dios; vivir la caridad de Dios y la caridad de nuestros hermanos; la vida interior es tan imprescindible, que si de ella se carece, no hay Carmelita. Vivamos nuestra vida de Carmelitas observando con fidelidad y llenos de caridad nuestras leyes hasta en sus más pequeños ápices, porque son ápices del amor y en el amor de Dios todo es grande. Si la vivimos con amor, se nos hará, como lo es, sumamente regalada. Es la Orden del amor y el amor está dentro, en lo íntimo del corazón y el corazón escondido dentro del pecho, pero dando vida a todo el ser; no puede sacarse a la luz el corazón y seguir viviendo. Nuestra vida tiene que ser escondida y vivificada en Jesucristo. Es el vuelo hacia la luz, hacia el abrazo amoroso de Dios Nuestro Padre.

Nuestro Santos Padres (Teresa de Jesús y Juan de la Cruz) hicieron amables las penitencias, porque la vivían en íntimo amor, porque vivían la vida interior en ejercicio de oración y de presencia de Dios con la mirada de amor puesta en Dios; y como la penitencia prepara para la oración, la oración y el amor enseñan y estimulan a amar y practicar la penitencia hasta coronarse de ásperas espinas y escarnios, como se coronó Jesús.

Esta vida de amor, de humildad, de oración y abnegación, de delicadeza y alegría es la que yo pido a todos... No vinimos para correr mundo y conocer ciudades, sino para encerrarnos en un claustro silencioso y vivir la vida de amor; esa es nuestra vida... La Virgen Santísima es nuestra Madre amorosa y nos confía esto, a los superiores, en caridad, a los súbditos, en abnegación, a cada uno de nosotros en santidad y actualidad de amor; que seamos santos nos pide Nuestra Madre... ¡Oh, San José, te pedimos con la Iglesia, haznos vivir una vida pura y santa y que esté siempre segura en nosotros con tu Patrocinio!"

Carta Exhortatoria. Valladolid, 10 de mayo de 1939, p. 24

Oración al Glorioso San José compuesta por el P.Valentín

Extracto de la oración que compuso el P. Valentín de San José dirigida "Al abogado y Protector de este Desierto", Padre Nuestro San José, por las vocaciones y la santidad de los religiosos: 


"San José bendito... con la mejor voluntad de buscar la gloria de Dios en la santificación de las almas deseosas de ser totalmente de Dios escondidas en este rinconcito bajo la capa blanca de tu Santísima Esposa y de interceder más eficazmente por todas las almas... Si aún continúa siendo en estos tiempos de la gloria de Dios, santificación de las almas y bien de la Iglesia el que subsista con florecimiento, trae aquí santos religiosos para que amen y alaben a Dios. Intercede... para que vengan a entregarse y ofrecerse como víctimas santas y agradables muchos religiosos. Mueve la voluntad de los que aquí vivimos para que nos ofrezcamos eficazmente y crezcamos y crezcamos en gracia y amor." 

Nueva fundación de Carmelitas Descalzas en Cumbres Mayores (Huelva)

En la Diócesis de Huelva, en el municipio de Cumbres Mayores, se tiene previsto la construcción de un monasterio de Carmelitas Descalzas que tendrá por titular a la Divina Misericordia y a San José. Para tal fin se ha erigido canónicamente una Asociación Pública de Fieles con sede en la parroquia de San Miguel Arcángel de Cumbres Mayores, y que tiene por objeto desarrollar las diferentes tareas para la edificación del monasterio. Las Madres Carmelitas Descalzas de Constituciones de 1990 que habitarán el monasterio pertenecen a la comunidad de San Jerónimo, del Valle del Chumbao, en Andahuaylas (Perú). Se trata de una comunidad floreciente que ya lleva años enviando monjas a diversos monasterios españoles para ayudarlos. El monasterio estará situado junto a la Ermita de la Virgen de la Esperanza. Un lugar donde desde el s. XIV se concentraban varias ermitas donde se adoraba al Señor Dios Uno y Trino. Se encuentra a un kilómetro del pueblo aproximadamente y con buen acceso.

La Asociación Pública de Fieles “Divina Misericordia y San José” ha organizado varias rifas y eventos lúdico-fraternos para la consecución de medios necesarios para la construcción. Si deseas colaborar con un donativo lo puedes hacer en la siguiente cuenta de Banesto: 0030 – 4567 – 88 – 0858032273 ; concepto “monasterio”. Enviando tus datos a Asociación Divina Misericordia y San José, C/ Benito Moro 13. -21380 Cumbres Mayores- (Huelva), te remitirán el recibo de donación debidamente cumplimentado con posibilidad de desgravar en el IRPF.

La vocación del Carmelita Descalzo: su carisma

De la Exhortación del Provincial, P. Valentín de San José, a los Carmelitas Descalzos de la Provincia de San Elías de Castilla la Vieja.

DIOS EN MÍ - No para otra cosa el Señor me llamó a la vida del claustro. Yo estoy recogido en el convento en compañía y en la dulcísima mirada de Dios, mi Padre amantísimo y sapientísimo. Y mi Padre Celestial, fuente de toda hermosura y de toda delicia, está no sólo conmigo, sino en mí, en lo íntimo de mi alma, y está llenándome y saturándome de sus perfecciones y encantos.

Y en el convento, me insta con inspiraciones, gracias y llamadas especiales a que vuele hacia Él por el camino del amor y de la entrega abnegada. Que mire con gozo la cumbre de la perfección y no desmaye en propósito, ni acorte, ni retarde mi marcha, porque allí me espera Él para darme el abrazo de Padre y ponerme la corona de victoria y de gloria.

P. Valentín en las Batuecas

            CIENCIA DEL AMOR - Pero soy yo quien tengo que determinarme a ir hacia Dios, guiado por su voz y arrojarme en sus brazos de amor. Soy yo quien tengo que decidirme a negar mis apetitos y gustos para acompañar a Dios y estar en Dios; para dar confiado y esforzado el salto de las sombras de muerte y entrar en la luz y en la vida. Porque luz y vida es la perfección cristiana a la cual el Señor me ha llamado y me llama.

            El religioso ama, ora y busca orar y estar con Dios. En la oración se acompaña a Dios, se ama a Dios y se une con Dios. En la oración, Dios ama con amor especial el alma del religioso y la une consigo, que la oración es tratar de amor y ejercicio de amor. Dios enseña al alma en la oración la ciencia y la verdad del amor. Le habla de amor como no saben hablar los hombres y la concede, con su perfección prometida, un contento no soñado. El religioso en su oración es amado de Dios, el más íntimo y más inefable amador, y recibe fortaleza para recogerse dentro de sí mismo con Dios y encauzar y dirigir toda su energía y actividad hacia Dios, para ser sólo de la voluntad de Dios. En el trato y unión de la oración, comunica el Señor la fortaleza para despegarse de las cosas y gustos materiales, que disipan, entorpecen y manchan, y para sumergirse en el divino amor y entrarse a vivir en la luz y en la hermosura de Dios.

            Ésta es la suprema, más alta y más gustosa sabiduría. Esta es la sabiduría propia del religioso. Comparada con ella toda otra ciencia y sabiduría es insípida y toda hermosura es fealdad junto a ella. Dios ha llamado al religioso a poseer esta sabiduría y el que no la tiene es porque le ha faltado voluntad, decisión y constancia.

            En la posesión de esta sabiduría está el esplendor y la gloria de las Órdenes religiosas. Cuando la mayoría de los religiosos de una orden la adquieren, la Orden llegó a su edad o tiempo de oro.

            ¿Está nuestra Provincia en este feliz tiempo de oro...? ¿Yo, miembro de esta Provincia, vivo esta sabiduría y doy, en cuanto está de mi parte, este esplendor, el más noble y hermoso, a mí Provincia...?

            La Provincia será lo que yo sea, pues soy miembro de ella.
           
            El religioso que se sumerge en Dios, se siente lleno de tesoros divinos, y empapado en esencias de cielo. Ansía y se goza en tratar con Dios en la intimidad de la oración y del recogimiento, no queriendo salir de tanto bien.

            LA SOLEDAD - Para tratar de Dios y de su íntimo e inefable trato, el alma ha de ponerse en silencio y en soledad. Dios se comunica al alma en silencio interior y exterior. De voluntad y de sentidos. Dios llena al alma y pone su regalado amor en el alma silenciosa, vacía y atenta. No es posible amor de fuera, de disipación y de mundo y trato con Dios. El que guste del mundo, no es posible guste de Dios. Ya dice El: "La guiaré a soledad y la hablaré y la regalaré".

            Hermosa lección nos daba Fr. Luis de Granada cuando elegantemente escribió: "Para esta soledad y recogimiento interior, ayuda mucho, procurando el hombre excusar, cuanto le sea posible, todas las conversaciones, visitaciones, pláticas y cumplimientos del mundo, cuando no fuera por Dios, donde se pierde tanto tiempo y donde tantas veces se desmanda la lengua, y el ánima vuelve a casa llena de tantas imágenes y figuras, que cuando quiere recogerse, no puede sino con trabajo y dificultad: así viene a quejarse con el profeta, diciendo: Que no hallaba su corazón cuando lo buscaba. Ni debe hacer mucho caso de algunas quejas humanas, que sobre esto puede haber. Porque si a esto miramos, toda la vida se nos irá en visitaciones y cumplimientos y así nunca tendremos tiempo para lo que nos importa".

            El religioso Carmelita, por su vocación y por su profesión, es alma de Dios y de trato con Dios. Vive en Dios, llenándose de su amor y de las esencias de la vida espiritual. Se sumerge en Dios, que es delicia suprema [...]

            ADVERTENCIA.- En nuestras iglesias, como ya lo hacen, no se dé la Sagrada Comunión a las personas, hombres o mujeres, que no se acerquen a recibirla con las mangas largas. Además, encarecidamente suplico, que no se reciban a visitas en nuestro locutorios a las mujeres que no llevan mangas (camisa de tirantes) ni aun a las que no las lleven largas (camisas cortas). Eso no es digno de la pureza y presencia de Dios en que debe vivir el religioso.

BOP (Boletín Oficial Provincia), núm. 4 (enero, 1954), p. 6-10



El P. Valentín en la vida de la Madre María Josefa del Corazón de Jesús

Audiencia del Beato Juan Pablo II
a la Madre María Josefa
La Madre María Josefa del Corazón de Jesús (María Isabel Trinidad Marco Garmendia), Carmelita Descalza del Cerro de los Ángeles en proceso de canonización, fue una de las hijas predilectas de Santa Maravillas de Jesús. Supo mantener y conservar su espíritu, colaborando con ella en todas sus fundaciones. Antes y durante su priorato en el Cerro de los Ángeles (agosto de 1958) tuvo por confesor al P. Valentín durante más de treinta y tres años y casi todos los años les daba también a la comunidad los Ejercicios Espirituales.

Ahora hacemos mención de uno de los primeros testimonios de la relación entre la Madre María Josefa y el P. Valentín. Por expreso deseo de Maribelica (desde pequeña así la llamaban y la Madre Maravillas siguió utilizando esta forma cariñosa), debido a su gran amor por la Orden del Carmen y al Santo Hábito Carmelitano, la Madre Maravillas le concedió para el día de su profesión solemne (13 de Diciembre de 1943) un "capricho piadoso": que el celebrante de la Santa Misa fuera distinto del predicador para tener el gusto de que el P. Valentín predicara con la capa blanca del Carmelo. Reproducimos parte de la homilía que el Padre Valentín dirigió a la Hermana:

Hoja de Profesíón de la Madre María Josefa donde especifica:
"me impuso el Santo Velo y predicó M. R. Padre Prior de Madrid
y confesor de la comunidad, Valentín de S. Jose C.D.
"Amadísima Hermana María Josefa: Ha terminado de profesar en esta mañana; voy a ponerle el velo. Con toda voluntad ha dado V.C. la palabra a Dios de ser suya hasta la muerte y con el velo voy a ponerle el signo de que es de Jesucristo. Ya no se pertenece. Acto para V.C. trascendental y significativo. Lo dicen las palabras de la imposición: ""Toma este velo, señal de pureza y amor que presentarás ante el tribunal de Dios Nuestro Señor para poseer la vida eterna y vivir para siempre".




Santa Maravillas en la huerta
del Cerro con la Madre María Josefa
La Madre María Josefa, siguiendo los pasos de Santa Maravillas, ayudó incondicionalmente al P. Valentín y al resto de Carmelitas Descalzos. Muestra de su gran caridad fue la ayuda mostrada al P. Valentín para la fundación de frailes en Talavera de la Reina. Esto lo había sugerido Santa Maravillas tras haber hablado con la priora de ese pueblo y ver la necesidad espiritual del lugar. Para sufragar los gastos, la Madre Maravillas lanza un S.O.S al Cerro pidiendo ayuda. Escribe la Madre Maravillas con su característico gracejo en una carta:

"Atención, atención, ya Talavera va a tener un nuevo templo, dedicado a la Reina del Cielo y Madre Nuestra, y Reina también de la tierra, por dicha nuestra. Telefonea Manolo que mañana a las nueve de la mañana vienen a por el mi...llón, y yo no tengo el mi...llón y hay que entregarlo sin remedio".

La Madre María Josefa rápidamente acude a la ayuda de la Santa y los Padres Carmelitas Descalzos (en particular del P. Valentín). Con la herencia de Doña Catalina (madre de una hermana del Cerro), y durante todo el año 1959, la Comunidad del Cerro, con su priora a la cabeza, trabajan sin descanso ayudando a los preparativos de esta fundación.

Salen grandes cajones con vajilla, utensilios de cocina, ropa, ornamentos; hasta los últimos detalles para que la Comunidad de Padres Carmelitas pudiera empezar su vida de observancia sin ninguna dificultad material.

Faltaba la imagen de la Virgen del Carmen para el altar mayor, y la Madre María Josefa, incansable en su generosidad, quita la que tenia en el altar mayor de la iglesia del Cerro y la manda a Talavera.

Iglesia del Desierto de San José de las Batuecas
Pero la generosidad de la Priora del Cerro y su Comunidad no acaba aquí. Cuando el P. Valentín marcha de conventual al Santo Desierto de San José de Batuecas, lugar de tantos recuerdos para la Madre María Josefa, ya que fue la cuna de su vocación carmelitana cuando el 18 de noviembre de 1938 la Madre Maravillas le abrió las puertas de ese provisional conventico que luego cederá a la Orden para eremitorio, preocupada porque a los frailes les pueda faltar lo necesario tan apartados del mundo, manda la camioneta del Cerro con todo lo que pueda serles indispensable. Recoge lo que encuentra en casa: leche, legumbres, fruta, pescado, huevos, comida... hasta llenarla... Ha recibido una limosna y, en lugar de ocuparla para las muchas necesidades que hay en su convento, la dedica íntegra a ellos. La tierra hay que labrarla y piensa que un tractor les ayudaría en el campo y les aliviaría el trabajo duro que éste conlleva, y consigue el primer tractor. En otra ocasión ve lo imprescindible que es para ellos el teléfono, para que puedan comunicarse en caso de necesidad, y no duda en sacrificarse para obtenerlo. Lo mismo que una lavadora para poder lavar toda la ropa de la pequeña hospedería.

En otro orden de cosas, el P. Valentín aconsejó y ayudó con su oración y sacrificio a la Madre María Josefa para la defensa de la herencia teresiana. Como ya ocurrió en el pasado con María de San José y Ana de Jesús, dos de las predilectas hijas de Santa Teresa que defendieron las constituciones de 1581 redactadas por la Santa Reformadora del Carmelo, la Madre María Josefa luchó denodadamente para mantenerlas.

Así instaba el P. Valentín a las monjas a orar y sacrificarse para que el Señor les concediera lo que en el lecho de muerte quiso Santa Teresa ("Hijas y muy señoras mías: por amor de Dios les pido que guarden su Regla y Constituciones..."):

"Vamos a empezar la campaña de oración y sacrificios a Dios, instándole muy calladamente y en silencio de influencias humanas, acudiendo sólo a Dios, a pedirle la misma petición, para que Dios haga que nos conceda la renovación, como al principio, y es como manda el Concilio: Volver a las fuentes de los Fundadores".

La Santísima Virgen  pagó los esfuerzos y  valentía de estos dos hijos fieles de Santa Teresa, concediéndoles la aprobación de las Constituciones Teresianas en la fiesta de su Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre de 1990, a los noventa y dos monasterios que lo habían solicitado por medio de la Madre María Josefa que a la sazón era Presidenta de la Asociación Santa Teresa, iniciada por Santa Maravillas de Jesús.

Bibliografía

Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles, Breve Biografía de la Madre María Josefa del Corazón de Jesús, Getafe (Madrid), 2007. p. 198

P. Valentín de San José: ¿un San Juan de la Cruz de nuestro tiempo?


San Juan de la Cruz

Esta comparación que a alguna persona le puede extrañar no es nuestra. Ya en vida de nuestro venerable, Santa Maravillas de Jesús trazó esta similitud entre el Místico Doctor y este su hijo del siglo XX.

Estando Santa Maravillas en el convento de Duruelo por ella fundado y sabiendo que el P. Valentín era reservado, esgrime la siguiente motivación, con ribetes de "soborno":

"Si San Juan de la Cruz escribía a las monjas que marchaban a las fundaciones teresianas y que eran hijas suyas..., ¿no podría V.R., tan hijo suyo también, no dejar de imitarle tampoco en esto y alguna vez enviar unas letritas por estas encantadoras soledades, que nos animen y enseñen a mejor servir y más amar cada día al Señor Nuestro, que es el único deseo de los corazones de todas? [...]. Todas están con un deseo grandísimo y parece que aquí no hay más remedio que vivir ese "estarse amando al Amado" con lo que le precede... Quisiéramos empaparnos en la doctrina de nuestro Santo Padre hasta el fondo".

Y, por fin, compara a Valentín con Juan de la Cruz en lo referente a la atención a las monjas: "El parecido con nuestro Santo Padre (San Juan de la Cruz) se va acentuando más y más; a ver si nos lo hace el Señor como a él con las de Beas (Beas de Segura fundación teresiana y que fue su comunidad predilecta), cuidar de estas monjas o de las del Cerro o de Cabrera".


Bibliografía

Obras del P. Valentín de San José



El P. Valentín tenía una santa costumbre, fruto de su profunda humildad. Él firmaba sus numerosas obras como "Un Carmelita Descalzo”. Aquí hacemos una relación de la mayoría de ellas, donde se trasluce su profunda espiritualidad carmelitana. Sus obras son un compendio de la doctrina de sus Santos Padres Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.
  • Cómo tendré yo oración (de bolsillo) (5ª edición)
  • La inhabitación de Dios en el alma justa (4ª edición)
  • Días de intimidad con Dios en el Carmelo
  • Alegría de morir
  • El Concilio Vaticano II y la vida espiritual
  • Con Dios a solas
  • Dios en mí
  • Oración mental según Santa Teresa (3ª edición)
  • Yo en Dios o el Cielo (2ª edición)
  • Mis conversaciones
  • La tertulia sobre la oración
  • La Divina Eucaristía
  • Penitencia y Oración
  • Al encuentro de Dios
  • La gracia deifica el alma
  • Ésos, vestidos de blanco, ¿Quiénes son? (F. Herrera y Valentín de San José). Adquirir en Editorial de Espiritualidad
  • Escritos Intimos y Diario de Amor del Carmelita Fr. Valentín en el Desierto (Obra póstuma preparada por Fr. Matías del Niño Jesús)
  • Isabel la Católica Su Vida Su Santidad (2ª edición)
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Breve biografía del P. Valentín de San José

Iglesia parroquial donde fue bautizado
El P. Valentín de San José (Prisciliano Fernández Arenillas) nació en Castilfalé (León) el 5 de enero de 1896. Su familia fue profundamente cristiana. Sus padres fueron Gregorio Fernández y Catalina Arenillas. De ella brotaron abundantes vocaciones religiosas y sacerdotales entre sus hijos. De sus hermanos, dos mayores que él fueron Carmelitas Descalzos (Atanasio de San José y Eusebio del Niño Jesús) y dos hermanas religiosas (Ángeles de San José, Carmelita Descalza, y Efigenia, Religiosa del Sagrado Corazón).

Ingresó a los trece años en el Seminario Menor Carmelitano de Medina del Campo (Valladolid) el 10 de enero de 1909, donde cursó Humanidades. Su madre acababa de fallecer recientemente en Castilfalé (24.12.1908). Tomó el santo hábito en Segovia en 1913 donde realizó su noviciado e hizo su primera profesión en 1914 con 18 años. Estudió Filosofía y Ciencias Naturales en el convento natal de Santa Teresa en Ávila durante tres años y a continuación, en 1917, hizo la profesión solemne. En esta ceremonia predicará su hermano, Eusebio del Niño Jesús, que morirá mártir en la Guerra Civil en Toledo siendo prior del convento de dicha ciudad junto a sus 16 frailes. Todos ellos fueron beatificados el 28 de octubre de 2007.

P. Valentín (sin gafas) con su hermano
el Beato Eusebio del Niño Jesús en Cuba

Fray Valentín es destinado a Cuba para evitar el servicio militar (debía incorporarse al ejército de África), y es allí donde se prepara para el sacerdocio, formado por su propio hermano. Llegado el momento recibe la Ordenación sacerdotal en Cienfuegos (Cuba) el 14 de agosto de 1921 con 25 años.

Desde el año 1925 en que regresa de Cuba, va a realizar una actividad desbordante. Profesor de Humanidades en Medina del Campo de 1926 a 1927; prior de Segovia el trienio 1927-30, con sólo 31 años; fue maestro de novicios desde el año 1930 hasta el 1939; en el año 1939 es elegido Provincial de Castilla, y será elegido en otras dos ocasiones en diferentes años. Un total de doce años no consecutivos como Provincial y durante 11 años sucesivamente en Segovia como Prior, Maestro de Novicios y Definidor Provincial.

Santa Maravillas de Jesús

Hay que tener en cuenta que recibe una Provincia en condiciones muy precarias, debido a la reciente Guerra Civil. Es el Provincial de la post guerra y el que se encargará de levantar la Provincia en todos los sentidos con la ayuda inestimable de Santa Maravillas de Jesús que le ayuda sufragando íntegramente la construcción del convento de Talavera de la Reina y Batuecas, y en gran parte la restauración del Colegio Teológico de Salamanca. Son unos años difíciles que el P. Valentín afronta de una manera serena, prudentemente y confiando siempre en Dios.

En el año 1941 promueve la fundación de la “Revista de espiritualidad”. Años más tarde aportará también su colaboración a la fundación de la Editorial de Espiritualidad.

En el año 1950 restaura con la colaboración de Santa Maravillas el Santo Desierto de las Batuecas. Será vicario en este primer periodo del Desierto desde al año 1951 hasta 1954. En 1966 regresará al Desierto donde permanecerá hasta su muerte. Es aquí donde realizó con mayor énfasis su apostolado de la vida espiritual.

El primer rasgo que habría que destacar del P. Valentín es el gran apostolado que realizó de la vida espiritual. Es un enamorado de la Orden del Carmen Descalzo y de sus Santos. Tras los difíciles años del postconcilio defendió el carisma teresiano-descalzo para que no se desvirtuara y se cumpliera lo que el Concilio Vaticano II quería, volver a los orígenes de los carismas fundacionales. Ante todo el P. Valentín es un hombre de una profunda vida interior, amante convencido de su vocación de Carmelita Descalzo, y que tiene grandes deseos de dar a conocer aquello que el ama: la espiritualidad carmelitana.

P. Valentín con la M. Maravillas en la primera
visita a Duruelo, el 25 de junio de 1941
Su atención pastoral se centró sobre todo en las monjas Carmelitas Descalzas que fueron uno de sus grandes amores y las “niñas” de sus ojos. En esto hay que añadir que fue durante más de 40 años confesor de Santa Maravillas de Jesús que lo consultaba siempre. Cuidó especialmente de la Orden Tercera por la que trabajo sin descanso por su promoción y por la formación espiritual de sus miembros. Otro campo fecundo de apostolado fue a través de la dirección espiritual, en la que no escatimaba esfuerzo ni tiempo y, a través de la cual, entró en contacto con un mundo amplio de relaciones en el mundo seglar, incluso gente del mundo de la cultura. Impartió centenares de tandas de Ejercicios tanto a monjas como a seglares, siempre encaminados a alentar y revitalizar la vida espiritual que él consideraba fundamental para la renovación de la sociedad y de la Iglesia.

En este terreno en que nos estamos moviendo del mundo del apostolado seglar hay que señalar de forma especial que fue durante 24 años Consiliario Nacional de las Hermandades Católicas Ferroviarias. Un apostolado específico en el que logró imprimir su huella personal y dejar un recuerdo imborrable. Tanto es así que en esos años estuvo muy enfermo de la vesícula y fue operado con gravísimo peligro de muerte. Recuerda el P. Matías del Niño Jesús que por esos días estaba la iglesia de los Carmelitas de Madrid llena de ferroviarios y terciarios en cruz pidiendo por la salud del P. Valentín.

Puso especial empeño para que San Juan de la Cruz fuera conocido en ambientes más populares. En Segovia comenzó a publicar sus libritos de bolsillo para la divulgación, siendo así el primer centro de difusión sanjuanista; el primero fue "Cautelas, avisos y sentencias" en 1929. Aprovechando el centenario sanjuanista publica las obras del Santo en ediciones económicas y en tamaño de bolsillo.

Llegados a este punto no podemos dejar de subrayar su faceta como escritor de libros espirituales. Con sus 20 libros se le puede comparar a los anteriores maestros espirituales carmelitas: Jerónimo de la Madre de Dios (Gracián), Juan de Jesús María y Tomás de Jesús. Son libros en los que desborda su propia alma, que nos dan un reflejo de aquello que llevaba dentro y que muestran su gran interés y deseo de llevar a todas las personas a un trato íntimo y personal con Dios. Sus libros son exclusivamente de apostolado espiritual. Nunca tuvo interés por moverse en el campo científico de la mística o de la teología espiritual; él se mueve en el campo de su propia experiencia y trata de transmitirlo a los demás. Quizá este sea el motivo por el cual en ambientes más escogidos se halla dado tan poco aprecio a la labor de escritor del P. Valentín y en cambio sus libros hayan sido tan bien recibidos por grupos nutridos de toda condición, con interés por la vida espiritual, así como por sus incondicionales, las monjas Carmelitas Descalzas. El éxito y aceptación de sus obras lo demuestran las repetidas ediciones de varios de sus libros.

El P. Valentín de San José fue un maestro en los caminos del espíritu. A través de su propia experiencia supo llevar a los demás hacia un trato de intimidad con Dios. Como dijimos más arriba fueron muchísimas las personas que a través de su palabra y de sus escritos se acercaron a la espiritualidad del Carmelo. Monjas y seglares guardaron y apuntaron cuidadosamente charlas y apuntes de dirección espiritual.

El P. Valentín fue un hombre profundamente enamorado de Dios. Daba al exterior la impresión de ser un hombre serio y recto. Pero detrás de esa apariencia, en cuanto se le tratara un poco, enseguida se descubría en él a un hombre de una profunda viveza del misterio. Fue un hombre de un trato amable, delicado y suave. Dispuesto a atender a cualquiera con gran caridad.

El P. Valentín con casulla romana en la
 procesión del Corpus Christi en Batuecas
Sus últimos años 23 años de su vida los pasó en el Desierto de Batuecas que, como queda dicho más arriba, él mismo había restaurado. Vivió hasta los últimos días la observancia eremítica del Desierto. Pasaba muchas horas del día y de la noche en oración silenciosa ante el Sagrario. Los religiosos que convivieron con él en el Desierto son testigos de la ejemplaridad de su vida en asidua oración, austeridad y trabajo manual, al que daba gran importancia y al que cada día dedicaba varias horas a pesar de su avanzada edad.

La práctica de la presencia de Dios la recomendaba encarecidamente siendo joven maestro de novicios. Él procuró siempre esa presencia amorosa todo el día, realizase ocupaciones espirituales o corporales. A una persona de su confianza le dice en carta:

"Estoy lleno de Dios. Tan lleno que no me queda ni un huequecillo libre para mí sólo. Ni lo quiero. Se lo ofrecí todo a Dios y me lo llenó… Yo se lo he dado todo y Dios me lo ha tomado y me lo está llenando. ¡Bendito el momento en que me determine a morir a mí mismo para ser todo de Dios y para que Dios viva en mí y sea mi vida!"

La vida interior de amor y atención a Dios era su ilusionada preocupación y al mismo tiempo ofreciéndose en su mayor gloria en súplicas incesantes por la salvación y la santificación de los hombres, por la Iglesia… En los últimos años padeció una gran desolación espiritual. Fue tan tremenda su “noche oscura” que le hacía llorar amargamente. Era el sentimiento de no corresponder a Dios de la misma manera que Dios mismo se le daba. Era su inmenso deseo de ser todo de Dios y al mismo tiempo el tener que vivir en la limitación de la naturaleza humana.

El último año de su vida padeció grandes úlceras en las piernas e insuficiencia cardiaca con agudas molestias, sobretodo por las noches en permanente insomnio y los últimos meses imposibilitado para andar. A los sufrimientos físicos hay que sumar los morales que fueron aun más terribles. Como enseña San Juan de la Cruz, el Padre Valentín sufrió los últimos años de su vida una Noche Oscura Pasiva del Espíritu. Esta purgación interior se manifestaba en un miedo a la muerte, una lejanía de Dios. El Señor quiso vaciar al escritor de Alegría de Morir también de esos bienes sobrenaturales para llevarlo a la Unión Amorosa con el Esposo. El 14 de Junio de 1989 expiró en su celda del Desierto, sin agonía y casi sin darse cuenta nadie. En ese instante supremo se cumplió aquello que escribió sobre la muerte, en definitiva. la Unión Beatífica:

Se corrió la cortina que aquí nos separaba.
Se rasgaron los velos y en tus brazos caí…
Ahora ya te poseo y te has hecho sensible,
El mismo en quien vivía en esta soledad.
Aquel Dios infinito, todo amor, incomprensible,
ya es mío, todo mío. Ya se me ha hecho visible.
Es la misma hermosura y la misma bondad.
¡Oh anhelado momento! ¡ Oh instante venturoso!
¡ Hazte ya a mi presente! ¡ No te tardes, Señor!
Solamente deseo ya estar en ti glorioso,
gozarte para siempre en amor jubiloso,
vivir tu misma vida, amarte con tu mismo amor.

Fue un Carmelita Descalzo de cuerpo entero; profundamente coherente hasta la muerte en aquello que creía. Si algo podemos decir que caracterizó su vida fue una profunda sed de Dios, de darse del Todo a Aquel por quien siempre suspiraba desde lo más profundo de su alma. Y esta sed le llevó a procurar que muchas personas conocieran y experimentaran a Dios y su acción en las personas que se dejan llevar por su Espíritu. Vivió y murió en olor de Santidad. Resulta curioso que todavía hoy día son muchos los jóvenes que se acercan al P. Valentín y encuentran en él un maestro y un iniciador en la espiritualidad Carmelitana.
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