Este blog es realizado por un grupo de seglares, enamorados del Carmelo Descalzo, que quieren dar a conocer la figura de este insigne hijo de Santa Teresa del s. XX. Eminente Carmelita Descalzo de la Provincia de Castilla, durante 35 años fue confesor y director espiritual de Santa Maravillas de Jesús. Restauró el Santo Desierto de San José de las Batuecas, donde vivió 23 años entregado en soledad a la oración y el sacrificio. Allí definitivamente se unió con el Amado el 14 de junio de 1989 en olor de santidad.


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- Padre Agustín María del Santísimo Sacramento (Hermann Cohen)


El Venerable P. Agustín María del Santísimo Sacramento (Hermann Cohen) nació en Hamburgo el 10 de noviembre de 1820 en el seno de una familia judía. A los cuatro años de edad manifiesta ya una asombrosa habilidad con el piano. En 1833 deja Alemania para trasladarse a París junto a Franz Liszt del que será discípulo privilegiado. Seguirán para él años de desorientación y desorden moral. Durante catorce años, el joven prodigio cede a las tentaciones más banales y a las seducciones del éxito. En mayo de 1847, mientras dirige un coro litúrgico, comienza en él un proceso de conversión influenciado por el culto a la Santísima Eucaristía. Hermann funda entonces en Francia la Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento, en la Basílica de Nuestra Señora de las Victorias el 6 de diciembre de 1848. Había sido bautizado el año anterior, el día 28 de agosto de 1847, fiesta de San Agustín.

En 1849 entra en la Orden de los Carmelitas Descalzos, restaurada en Francia por el español P. Domingo de San José después de los estragos de la Revolución Francesa. En el noviciado de Broussey toma el nombre de Fray Agustín María del Santísimo Sacramento. Ordenado sacerdote en 1851, el joven fraile estará muy vinculado a la renovación de su Orden. Toda su vida está, desde entonces, consagrada a un amor ardiente al Santísimo Sacramento y a la Virgen María, a la que él llamaba “Madre de la Eucaristía”.


Convento de Broussey

El Padre Agustín María del Santísimo Sacramento se consagra a la predicación con notable éxito. Su palabra entusiasta, profunda y elocuente, resuena en casi todos los púlpitos de Francia, y ante los más variados auditorios que serán conquistados por su entusiasmo y su humildad. Aunque quisiera vivir para siempre en el Desierto carmelitano fundado por él mismo no lejos de Lourdes (en Tarasteix), dos años antes de las apariciones de la Virgen, debe sin embargo recorrer Europa por orden de sus Superiores. Éstos le confiarán misiones importantes como la restauración del convento de Lyon (1859), donde ejerce de prior; la restauración de la Orden del Carmen en Inglaterra (1862); la fundación del convento de Bagnères (1856), etc.


Santo Desierto de Tarasteix,
fundado por el P. Agustín María en 1856.
Hoy es propiedad privada.

En 1868, obtiene por fin la autorización para retirarse a su amada soledad pirenaica, lo que le permite conectar con los orígenes eremíticos del Carmelo. Desde su llegada al Desierto una grave enfermedad afecta a sus ojos. Peregrina a la gruta de Nuestra Señora de Lourdes y será milagrosamente curado en 1868 diez años después de las apariciones de la Virgen.




El Padre Agustín María es nombrado maestro de novicios de su Provincia en 1870. Algunos meses más tarde parte a Berlín como capellán de los prisioneros franceses. El amigo de los Santos (estuvo muy relacionado con Santa Bernadette Soubirous, con el Santo Cura de Ars y con el Beato Pío IX) se desvivía por sus hermanos. En una epidemia de viruela, él contrajo la terrible enfermad y murió el 20 de enero de 1871 víctima de la caridad.



 Traslado de los restos del P. Agustín María a una capilla en la iglesia conventual de Broussey


. Del epistolario del P. Agustín María:

- Carta a su madre y familiares (16-VIII-1849). Sobre la vocación del Carmelita Descalzo:

«Hay dos clases de Carmelitas: los unos, hallando la vida llevada por el profeta Elías demasiado rigurosa, solicitaron que la Iglesia la suavizara un poco, hace ya de ello unos quinientos años, y son los Carmelitas mitigados o Carmelitas Calzados.

Los otros quisieron volver de nuevo a los primitivos rigores de la Orden, como, por ejemplo, jamás comer carne, andar a pie descalzo lo mismo en invierno que en verano, ayunar casi todo el año, dormir sobre una tabla de madera sin sábanas, ni ropa blanca, colchón ni jergón; ir vestidos con una especie de sayal de lana sobre el cuerpo (ya que no se da la ropa blanca más que a los enfermos), practicar el silencio y la soledad casi continuos, levantarse todas las noches para cantar, desde medianoche hasta las dos las alabanzas del Señor, y meditar día y noche en su Ley Santa.

Estos Religiosos generalmente habitan en las montañas, fuera de las ciudades, pero sin embargo lo bastante cerca de ellas para que puedan prestar ayudas espirituales si se les piden. He aquí lo que los distingue de las Órdenes misioneras, como los Maristas y los Jesuitas. Los Carmelitas Descalzos permanecen en la soledad y sólo salen de ella para ayudar al prójimo, cuando éste los llama para confesar, para celebrar misa o bien para predicar, etc. Pero en cuanto han cumplido con la obra de caridad, deben volver a la soledad, a su querida celda de seis pies cuadrados. La mía tiene unos cuatro o cinco pies de ancho y siete de largo, y en ella estoy más feliz y contento que si reinara en la gran sala de las Tullerías o en el Palacio Imperial de San Petersburgo. Hay que decir también que jamás se está ocioso: cada momento está consagrado a algún trabajo, y la campana nos advierte puntualmente, cada hora o cada media hora, lo que debemos hacer... »

- Carta al monasterio de la Visitación de París (14-IV-1850). Sobre la felicidad en el noviciado:

«Expresaros la felicidad que siento aquí, sin interrupción, desde mi toma de hábito, es imposible. Necesitaría la pluma de un ángel para describir la alegría de la vida interior que se lleva aquí en el noviciado. Estando continuamente en presencia del Santísimo Sacramento y careciendo de toda ocupación que pueda distraer el alma de su aplicación a los ejercicios de la vida religiosa, se olvida la tierra y se vive con los serafines y los querubines, eternamente prosternados ante el Cordero. Es una comunión perpetua».

- Carta a su amigo el Conde de Cuers (14-X-1849). Sobre la humildad:

«Ocupo los cargos más honoríficos; figúrese que he recibido lo que deseaba como primera función: el oficio de humildad, que consiste en limpiar los comunes, barrer los corredores y desempolvar el noviciado. Considero este principio como una grande gracia y un honor. El Padre Prior esta semana ejerce esta misma honrosa función en el convento, fuera del noviciado. El espíritu que reina aquí es así. Cada uno quisiera servir a todos los demás en lo que la gente encuentra más repugnante, y esto se hace aquí con alegría y gozo espiritual».

«Santa Teresa va a ser mi Madre; el Escapulario, mi hábito; una celda de ocho pies cuadrados, todo mi universo. ¡Qué feliz soy! ¡Siento que voy a cumplir la Santa Voluntad de Dios!»

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