Iglesia parroquial donde fue bautizado |
El P. Valentín de San José (Prisciliano Fernández Arenillas) nació en Castilfalé (León) el 5 de enero de 1896. Su familia fue profundamente cristiana. Sus padres fueron Gregorio Fernández y Catalina Arenillas. De ella brotaron abundantes vocaciones religiosas y sacerdotales entre sus hijos. De sus hermanos, dos mayores que él fueron Carmelitas Descalzos (Atanasio de San José y Eusebio del Niño Jesús) y dos hermanas religiosas (Ángeles de San José, Carmelita Descalza, y Efigenia, Religiosa del Sagrado Corazón).
Ingresó a los trece años en el Seminario Menor Carmelitano de Medina del Campo (Valladolid) el 10 de enero de 1909, donde cursó Humanidades. Su madre acababa de fallecer recientemente en Castilfalé (24.12.1908). Tomó el santo hábito en Segovia en 1913 donde realizó su noviciado e hizo su primera profesión en 1914 con 18 años. Estudió Filosofía y Ciencias Naturales en el convento natal de Santa Teresa en Ávila durante tres años y a continuación, en 1917, hizo la profesión solemne. En esta ceremonia predicará su hermano, Eusebio del Niño Jesús, que morirá mártir en la Guerra Civil en Toledo siendo prior del convento de dicha ciudad junto a sus 16 frailes. Todos ellos fueron beatificados el 28 de octubre de 2007.
P. Valentín (sin gafas) con su hermano el Beato Eusebio del Niño Jesús en Cuba |
Fray Valentín es destinado a Cuba para evitar el servicio militar (debía incorporarse al ejército de África), y es allí donde se prepara para el sacerdocio, formado por su propio hermano. Llegado el momento recibe la Ordenación sacerdotal en Cienfuegos (Cuba) el 14 de agosto de 1921 con 25 años.
Desde el año 1925 en que regresa de Cuba, va a realizar una actividad desbordante. Profesor de Humanidades en Medina del Campo de 1926 a 1927; prior de Segovia el trienio 1927-30, con sólo 31 años; fue maestro de novicios desde el año 1930 hasta el 1939; en el año 1939 es elegido Provincial de Castilla, y será elegido en otras dos ocasiones en diferentes años. Un total de doce años no consecutivos como Provincial y durante 11 años sucesivamente en Segovia como Prior, Maestro de Novicios y Definidor Provincial.
Santa Maravillas de Jesús |
Hay que tener en cuenta que recibe una Provincia en condiciones muy precarias, debido a la reciente Guerra Civil. Es el Provincial de la post guerra y el que se encargará de levantar la Provincia en todos los sentidos con la ayuda inestimable de Santa Maravillas de Jesús que le ayuda sufragando íntegramente la construcción del convento de Talavera de la Reina y Batuecas, y en gran parte la restauración del Colegio Teológico de Salamanca. Son unos años difíciles que el P. Valentín afronta de una manera serena, prudentemente y confiando siempre en Dios.
En el año 1941 promueve la fundación de la “Revista de espiritualidad”. Años más tarde aportará también su colaboración a la fundación de la Editorial de Espiritualidad.
En el año 1950 restaura con la colaboración de Santa Maravillas el Santo Desierto de las Batuecas. Será vicario en este primer periodo del Desierto desde al año 1951 hasta 1954. En 1966 regresará al Desierto donde permanecerá hasta su muerte. Es aquí donde realizó con mayor énfasis su apostolado de la vida espiritual.
El primer rasgo que habría que destacar del P. Valentín es el gran apostolado que realizó de la vida espiritual. Es un enamorado de la Orden del Carmen Descalzo y de sus Santos. Tras los difíciles años del postconcilio defendió el carisma teresiano-descalzo para que no se desvirtuara y se cumpliera lo que el Concilio Vaticano II quería, volver a los orígenes de los carismas fundacionales. Ante todo el P. Valentín es un hombre de una profunda vida interior, amante convencido de su vocación de Carmelita Descalzo, y que tiene grandes deseos de dar a conocer aquello que el ama: la espiritualidad carmelitana.
P. Valentín con la M. Maravillas en la primera visita a Duruelo, el 25 de junio de 1941 |
En este terreno en que nos estamos moviendo del mundo del apostolado seglar hay que señalar de forma especial que fue durante 24 años Consiliario Nacional de las Hermandades Católicas Ferroviarias. Un apostolado específico en el que logró imprimir su huella personal y dejar un recuerdo imborrable. Tanto es así que en esos años estuvo muy enfermo de la vesícula y fue operado con gravísimo peligro de muerte. Recuerda el P. Matías del Niño Jesús que por esos días estaba la iglesia de los Carmelitas de Madrid llena de ferroviarios y terciarios en cruz pidiendo por la salud del P. Valentín.
Puso especial empeño para que San Juan de la Cruz fuera conocido en ambientes más populares. En Segovia comenzó a publicar sus libritos de bolsillo para la divulgación, siendo así el primer centro de difusión sanjuanista; el primero fue "Cautelas, avisos y sentencias" en 1929. Aprovechando el centenario sanjuanista publica las obras del Santo en ediciones económicas y en tamaño de bolsillo.
Llegados a este punto no podemos dejar de subrayar su faceta como escritor de libros espirituales. Con sus 20 libros se le puede comparar a los anteriores maestros espirituales carmelitas: Jerónimo de la Madre de Dios (Gracián), Juan de Jesús María y Tomás de Jesús. Son libros en los que desborda su propia alma, que nos dan un reflejo de aquello que llevaba dentro y que muestran su gran interés y deseo de llevar a todas las personas a un trato íntimo y personal con Dios. Sus libros son exclusivamente de apostolado espiritual. Nunca tuvo interés por moverse en el campo científico de la mística o de la teología espiritual; él se mueve en el campo de su propia experiencia y trata de transmitirlo a los demás. Quizá este sea el motivo por el cual en ambientes más escogidos se halla dado tan poco aprecio a la labor de escritor del P. Valentín y en cambio sus libros hayan sido tan bien recibidos por grupos nutridos de toda condición, con interés por la vida espiritual, así como por sus incondicionales, las monjas Carmelitas Descalzas. El éxito y aceptación de sus obras lo demuestran las repetidas ediciones de varios de sus libros.
El P. Valentín de San José fue un maestro en los caminos del espíritu. A través de su propia experiencia supo llevar a los demás hacia un trato de intimidad con Dios. Como dijimos más arriba fueron muchísimas las personas que a través de su palabra y de sus escritos se acercaron a la espiritualidad del Carmelo. Monjas y seglares guardaron y apuntaron cuidadosamente charlas y apuntes de dirección espiritual.
El P. Valentín fue un hombre profundamente enamorado de Dios. Daba al exterior la impresión de ser un hombre serio y recto. Pero detrás de esa apariencia, en cuanto se le tratara un poco, enseguida se descubría en él a un hombre de una profunda viveza del misterio. Fue un hombre de un trato amable, delicado y suave. Dispuesto a atender a cualquiera con gran caridad.
El P. Valentín con casulla romana en la procesión del Corpus Christi en Batuecas |
La práctica de la presencia de Dios la recomendaba encarecidamente siendo joven maestro de novicios. Él procuró siempre esa presencia amorosa todo el día, realizase ocupaciones espirituales o corporales. A una persona de su confianza le dice en carta:
"Estoy lleno de Dios. Tan lleno que no me queda ni un huequecillo libre para mí sólo. Ni lo quiero. Se lo ofrecí todo a Dios y me lo llenó… Yo se lo he dado todo y Dios me lo ha tomado y me lo está llenando. ¡Bendito el momento en que me determine a morir a mí mismo para ser todo de Dios y para que Dios viva en mí y sea mi vida!"
La vida interior de amor y atención a Dios era su ilusionada preocupación y al mismo tiempo ofreciéndose en su mayor gloria en súplicas incesantes por la salvación y la santificación de los hombres, por la Iglesia… En los últimos años padeció una gran desolación espiritual. Fue tan tremenda su “noche oscura” que le hacía llorar amargamente. Era el sentimiento de no corresponder a Dios de la misma manera que Dios mismo se le daba. Era su inmenso deseo de ser todo de Dios y al mismo tiempo el tener que vivir en la limitación de la naturaleza humana.
El último año de su vida padeció grandes úlceras en las piernas e insuficiencia cardiaca con agudas molestias, sobretodo por las noches en permanente insomnio y los últimos meses imposibilitado para andar. A los sufrimientos físicos hay que sumar los morales que fueron aun más terribles. Como enseña San Juan de la Cruz, el Padre Valentín sufrió los últimos años de su vida una Noche Oscura Pasiva del Espíritu. Esta purgación interior se manifestaba en un miedo a la muerte, una lejanía de Dios. El Señor quiso vaciar al escritor de Alegría de Morir también de esos bienes sobrenaturales para llevarlo a la Unión Amorosa con el Esposo. El 14 de Junio de 1989 expiró en su celda del Desierto, sin agonía y casi sin darse cuenta nadie. En ese instante supremo se cumplió aquello que escribió sobre la muerte, en definitiva. la Unión Beatífica:
Se corrió la cortina que aquí nos separaba.
Se rasgaron los velos y en tus brazos caí…
Ahora ya te poseo y te has hecho sensible,
El mismo en quien vivía en esta soledad.
Aquel Dios infinito, todo amor, incomprensible,
ya es mío, todo mío. Ya se me ha hecho visible.
Es la misma hermosura y la misma bondad.
¡Oh anhelado momento! ¡ Oh instante venturoso!
¡ Hazte ya a mi presente! ¡ No te tardes, Señor!
Solamente deseo ya estar en ti glorioso,
Se rasgaron los velos y en tus brazos caí…
Ahora ya te poseo y te has hecho sensible,
El mismo en quien vivía en esta soledad.
Aquel Dios infinito, todo amor, incomprensible,
ya es mío, todo mío. Ya se me ha hecho visible.
Es la misma hermosura y la misma bondad.
¡Oh anhelado momento! ¡ Oh instante venturoso!
¡ Hazte ya a mi presente! ¡ No te tardes, Señor!
Solamente deseo ya estar en ti glorioso,
gozarte para siempre en amor jubiloso,
vivir tu misma vida, amarte con tu mismo amor.
Fue un Carmelita Descalzo de cuerpo entero; profundamente coherente hasta la muerte en aquello que creía. Si algo podemos decir que caracterizó su vida fue una profunda sed de Dios, de darse del Todo a Aquel por quien siempre suspiraba desde lo más profundo de su alma. Y esta sed le llevó a procurar que muchas personas conocieran y experimentaran a Dios y su acción en las personas que se dejan llevar por su Espíritu. Vivió y murió en olor de Santidad. Resulta curioso que todavía hoy día son muchos los jóvenes que se acercan al P. Valentín y encuentran en él un maestro y un iniciador en la espiritualidad Carmelitana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario