Este blog es realizado por un grupo de seglares, enamorados del Carmelo Descalzo, que quieren dar a conocer la figura de este insigne hijo de Santa Teresa del s. XX. Eminente Carmelita Descalzo de la Provincia de Castilla, durante 35 años fue confesor y director espiritual de Santa Maravillas de Jesús. Restauró el Santo Desierto de San José de las Batuecas, donde vivió 23 años entregado en soledad a la oración y el sacrificio. Allí definitivamente se unió con el Amado el 14 de junio de 1989 en olor de santidad.


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La vida escondida y amorosa en Dios del Carmelo

P. Valentín en Batuecas bajo el
centenario árbol llamado del Amor
El P. Valentín, cuando lo eligieron Provincial del Carmen Descalzo por primera vez en 1939, escribió una Carta Exhortatoria a sus Hermanos. En ella expone las características propias del Carmelita Descalzo. Cuanto afirma son las virtudes y cualidades de que él estaba adornado; es como si reflejase su actuación y ejemplaridad y cuanto predicaba y aconsejaba en toda su actividad sacerdotal y carmelitana. Por lo tanto, se puede plenamente considerar su exhortación como si fuera su propia semblanza. Dice así:

"Vivamos nuestra vida de Carmelitas. El Carmelita es ante todo y sobre todo y siempre alma de vida interior, alma de oración, de andar en la presencia de Dios; vivir la caridad de Dios y la caridad de nuestros hermanos; la vida interior es tan imprescindible, que si de ella se carece, no hay Carmelita. Vivamos nuestra vida de Carmelitas observando con fidelidad y llenos de caridad nuestras leyes hasta en sus más pequeños ápices, porque son ápices del amor y en el amor de Dios todo es grande. Si la vivimos con amor, se nos hará, como lo es, sumamente regalada. Es la Orden del amor y el amor está dentro, en lo íntimo del corazón y el corazón escondido dentro del pecho, pero dando vida a todo el ser; no puede sacarse a la luz el corazón y seguir viviendo. Nuestra vida tiene que ser escondida y vivificada en Jesucristo. Es el vuelo hacia la luz, hacia el abrazo amoroso de Dios Nuestro Padre.

Nuestro Santos Padres (Teresa de Jesús y Juan de la Cruz) hicieron amables las penitencias, porque la vivían en íntimo amor, porque vivían la vida interior en ejercicio de oración y de presencia de Dios con la mirada de amor puesta en Dios; y como la penitencia prepara para la oración, la oración y el amor enseñan y estimulan a amar y practicar la penitencia hasta coronarse de ásperas espinas y escarnios, como se coronó Jesús.

Esta vida de amor, de humildad, de oración y abnegación, de delicadeza y alegría es la que yo pido a todos... No vinimos para correr mundo y conocer ciudades, sino para encerrarnos en un claustro silencioso y vivir la vida de amor; esa es nuestra vida... La Virgen Santísima es nuestra Madre amorosa y nos confía esto, a los superiores, en caridad, a los súbditos, en abnegación, a cada uno de nosotros en santidad y actualidad de amor; que seamos santos nos pide Nuestra Madre... ¡Oh, San José, te pedimos con la Iglesia, haznos vivir una vida pura y santa y que esté siempre segura en nosotros con tu Patrocinio!"

Carta Exhortatoria. Valladolid, 10 de mayo de 1939, p. 24

P. Valentín de San José: ¿un San Juan de la Cruz de nuestro tiempo?


San Juan de la Cruz

Esta comparación que a alguna persona le puede extrañar no es nuestra. Ya en vida de nuestro venerable, Santa Maravillas de Jesús trazó esta similitud entre el Místico Doctor y este su hijo del siglo XX.

Estando Santa Maravillas en el convento de Duruelo por ella fundado y sabiendo que el P. Valentín era reservado, esgrime la siguiente motivación, con ribetes de "soborno":

"Si San Juan de la Cruz escribía a las monjas que marchaban a las fundaciones teresianas y que eran hijas suyas..., ¿no podría V.R., tan hijo suyo también, no dejar de imitarle tampoco en esto y alguna vez enviar unas letritas por estas encantadoras soledades, que nos animen y enseñen a mejor servir y más amar cada día al Señor Nuestro, que es el único deseo de los corazones de todas? [...]. Todas están con un deseo grandísimo y parece que aquí no hay más remedio que vivir ese "estarse amando al Amado" con lo que le precede... Quisiéramos empaparnos en la doctrina de nuestro Santo Padre hasta el fondo".

Y, por fin, compara a Valentín con Juan de la Cruz en lo referente a la atención a las monjas: "El parecido con nuestro Santo Padre (San Juan de la Cruz) se va acentuando más y más; a ver si nos lo hace el Señor como a él con las de Beas (Beas de Segura fundación teresiana y que fue su comunidad predilecta), cuidar de estas monjas o de las del Cerro o de Cabrera".


Bibliografía

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