Iglesia del Monasterio de Batuecas dedicada a San José donde Fr. Valentín paso muchas horas adorando al Santísimo |
Aunque no hacía alusiones
elogiosas de su devoción al Santo Patriarca, le fue muy devoto durante toda su
vida de carmelita descalzo. Si lo fue antes en su infancia se puede sospechar
por ser de familia tan cristiana y carmelitana, de la que salieron cinco hermanos
carmelitas: tres sacerdotes y dos monjas, a los que habían precedido dos tías
carnales en el Carmelo de Grajal y siguieron un buen número de parientes
carmelitas varones y monjas y de otras congregaciones.
Un primer síntoma lo tenemos en
haber escogido por su apellido religioso a San José al ingresar en el
noviciado, quizá recordando a su hermano mayor P. Atanasio de San José, muerto
joven antes de ser novicio el P. Valentín. Desde joven en Cuba tenía una
imagencita de bolsillo que había pertenecido a un Padre antiguo de la isla.
Como dato, único en su género que
conozco, es que siendo joven Prior (1927-29) del noviciado de San Juan de la
Cruz en Segovia, hizo acuñar varios modelos de medallas de San Juan de la Cruz,
y una de ellas, la más pequeñita en plata Meneses, tiene por un lado al Santo
carmelita y por el anverso a San José.
El primer dato escrito que de él
tengo es un papelito con fecha 5 de marzo de 1930 anotado los propósitos de sus
ejercicios espirituales, siendo Prior de Segovia, donde ya alude a años
anteriores, pues dice: “Como en los dos años anteriores trabajar y pedir a San
José”, etc., siguen los propósitos, luego ya dos años antes, en 1928, a los 32
años, y a continuación de los propósitos, añade: “¡Oh bendito Santo concédeme
éstos, como mirar por mis hermanos y nuestra Orden y Provincia!”.
Su primer libro, de los muchos
publicados: “¿Cómo tendré yo oración?” está dedicado al Santo con estas
palabras: “Al glorioso Patriarca San José, abogado de las almas de oración,
dedico con todo amor estas páginas”. Su primera carta pastoral como Provincial,
1939, terina invocando al virginal esposo de María con este párrafo: “Yo así lo
pido en nombre de la Provincia al gloriosos protector y padre nuestro San José
que nos lo alcance de sus santísimos Hijo y Esposa. Como gobernó él su casita
de Nazaret, gobernará ésta provincia y a él será el honor y la alabanza. Porque
en la necesidad presente y en tantas dificultades hemos clamado a él, Protector
nuestro, él nos oirá y protegerá y sacará de toda tribulación. ¡Oh José, te
decimos con la Iglesia, haznos vivir una vida pura y santas y que esté siempre
segura en nosotros con tu patrocinio!”, etc.
Al menos durante los últimos
veinte años que vivió en el Desierto de San José dedicaba el 19 de cada mes, como
día propio del Santo, a practicar el retiro mensual indefectiblemente. En sus
diarios el 19 y otros días de cada mes hace mención y acude al Santo Patriarca
de Nazaret. En sus libros de pláticas para ejercicios espirituales es frecuente
el recuerdo de San José y la Sagrada Familia y que cada Carmelo sea como una
casa de Nazaret. En sus oraciones que tenía escritas para antes de acostarse y
al levantarse está la invocación a San José.
Cuando tomó posesión de su cargo
de Prior de Madrid en 1963, último oficio de los que ejerció toda su vida,
invocó ante la Comunidad la ayuda del Santo Esposo de María para el buen
gobierno de sus súbditos, como consta en el diario. Tenía siempre consigo tres
imagencitas de San José: una la ya mencionada de bolsillo; otra de ocho
centímetros en una cajita en la que le ponía escrita alguna petición al Santo y
aún está la que tenía al morir; otra, la más grande, de 20 centímetros que yo
siempre se la vi en medio de la mesa de su celda frente a su cabeza cuando leía
o escribía.
Restauró la vida eremítica en
1950 del Desierto de San José de Batuecas, al cual se retiró al terminar de ser
Provincial una de las veces y al acabar su trienio salió para ser de nuevo
Provincial, pero unos meses antes angustiado por ver que el Desierto tenía muy
pocos moradores acudió al Santo Patriarca escribiendo a modo de carta que dice
así copiando de su original: San José bendito, Padre y Abogado de este santo
Desierto de la Orden de tu Santísima Esposa. Con la mejor voluntad de buscar la
gloria de Dios en la santificación de las almas deseosas de ser totalmente de
Dios, escondidas en este rinconcito bajo la capa blanca de tu Santísima Esposa,
y de interceder más eficazmente por todas las demás almas, estableció la
Provincia de Castilla este Desierto bajo tu poderoso y amoroso patrocinio.
Tú eres el dueño de esta cas y
padre de estos moradores… Mueve la voluntad de los que aquí vivimos para que
nos ofrezcamos eficazmente y crezcamos en gracia y amor. En tus manos está el
Desierto desde el primer día; hoy de nuevo renovamos la intención de poner en
tus manos el Desierto y todos sus moradores. La Virgen Santísima nos enseñará a
amar como amabais en la casita de Nazaret y a ofrecernos como allí os
ofrecíais.
Tu cuidarás del Desierto, como
cuidabas de la casita de Nazaret y mandarás en cada uno de nosotros como
mandabas a Jesús”, etc.
Por todo lo dicho es evidente que
el P. Valentín fue gran devoto de San José. El Santo le favoreció para vivir y
morir plácidamente en olor de santidad el 14 de junio de 1989.
Fray Matías del Niño Jesús OCD